Bienvenidos a mi Blog

Cada vez iré recordando y escribiendo más. Y el recuerdo es el idioma de los sentimientos, si... Amo vivir así, lacerándome dulcemente... Además parece que me especializo en causas perdidas, las pierdo primero y luego me largo tras ellas como una loca. Igual que Oliveira.
Amo a Julio Cortazár.

domingo, 17 de junio de 2018

Amo...
Estoy en mis días más fértiles...
Tengo muchas ganas de ti.
Tengo tantas ganas de que juegues conmigo.



Me tienes contra una pared, sólo en ropa interior,
torturas mis pezones con tus dedos
mientras tus dientes me rasgan el cuello.


(Me susurras que soy tu putita)

Tu cuerpo contra el mío, presionando con fuerza.
Tu verga amenazando mi entrepierna.

Después tus dientes en mis pechos,
tus dedos rodeando mi cuello.


-Amo... Te pido que juegues con mi coñito.
-Jugaré contigo como me plazca.
Dices sin dejar de meter tu mano en mis bragas y,
fingiendo enojo,
me regañas por estar mojada.



Decides castigarme y me pones a comerme tu pene.
Me llamas perrita y yo te miro desde abajo.
Soy de esas mujeres que les excita dar sexo oral,
 así que sin darme cuenta una de mis manos
va a jugar con mi clítoris.
Tú ríes y me preguntas si estoy bien mojada.
Asiento aún con tu pene en mi boca.



- ¡Te hice una pregunta!
Me sueltas una bofetada y sin dejar
que te conteste me pones de pie,
cara contra la pared, y me das unas nalgadas.
Me dices con severidad que no debo disfrutar los castigos,
pero mi coñito está goteando placer.



-Te ruego que me hagas tuya.
Por favor, amo... Quiero sentirte dentro de mí,
quiero sentir cómo me partes en dos con cada embestida.
Por favor.


-Tú no mandas, pequeña puta.
Me nalgueas más.
Usas mis jugos para lubricar mi culito
sin dejar de acariciar toda mi vulva con todo tu miembro enorme y venoso.


-Por favor... -Te pido otra vez.
-Es imposible, preciosa,
ya sabes que tu coñito está prohibido durante tus días más fértiles. 


-Pero amo...
-Terminantemente prohibido.
-Amo...
-Haré lo que yo quiera contigo, para eso eres mi putita.
Dices y penetras de golpe mi culito. Me corro fuertemente.



- ¿Te corriste, putita?
Espetas jalando mi cabello.

Lo negaré, porque sé que el castigo 
por correrme sin tu permiso
es cero orgasmos durante una semana;
pero mis piernas tiemblan
mientras me das más duro y me gruñes,
no puedo evitarlo si me embistes así, me corro otra vez.
Ésta vez te mojo las piernas.

-Mira el desastre qué hiciste, maldita perra estúpida.
Me tomas por el cuello y al darme la vuelta se deshace la penetración.

Me miras con ardor, tu mano rodea mi cuello,
estoy de puntillas, mis manos rodean tu antebrazo.


Me tienes piedad.

Dejas ir mi aliento, mis pies vuelven al piso.
Me atraviesas la cara con una cachetada que me revienta el labio. 


Yo sonrío, te miro con devoción y lamo mi sangre.
Tú haces lo mismo y después me das un beso.
Te sonrío, esperando que no me castigues,
pero da igual lo que yo quiero,
me jalas del cabello y termino de rodillas ante ti de nuevo.


-Lame mis bolas, perra. -ordenas y yo obedezco.
Me das un par de bofetadas con tu verga en la cara
para que no olvide que eres mi dueño y acto seguido violas mi garganta.


Mis lágrimas corren y tú lo disfrutas, lo sé, te miro a los ojos,
me insultas un poco más, me estoy ahogando
y trato de detenerte;
sin embargo tú no lo permites,
 tomas mis manos y las llevas hacia arriba,
contra la pared: dejándome indefensa.


Me atraganto otra vez con ese movimiento de caderas
con el que intentas meter tu miembro
hasta el fondo de mi garganta.

Amo, me has entrenado tan bien que mi lengua alcanza tus bolas y las mimo. 

Mírame a los ojos, dices,
lo hago y en ese instante eyaculas en mi boquita.




viernes, 1 de junio de 2018

Dentro de diez años


Esto sólo va a ser publicado cuando pasen 10 años de lo que aquí relato.
Hoy es 3ero de junio de 2008.
Todo esto sucedió el día de ayer.

...


Tengo 16 años, él va a cumplir 22 en unos días.
Son las 11: 23 pm en el reloj de la pared.
Estoy en el piso de su sala dibujando con lápices de colores,en braguitas y con una sudadera suya; mientras él está trabajando, le han encargado la corrección de una cosa que alguien escribió y le van a pagar por ello.
Mi mamá está en Texcoco y la extraño.
Él está demasiado concentrado en lo que hace. Me siento sola.
Dejo mi dibujo a medias, arreglo mi voz para sonar más dulce y con un tono tierno lo llamo por su nombre

— Omar...
— ¿Qué pasa, nena? -pregunta sin despegar los ojos de la laptop.
No digo nada. Espero a que me vea.
—¿Qué pasa? -Voltea y pregunta.
Ahora estoy haciendo un puchero.
—Preciosa... -Dice con algo de risa en la voz.


Yo no digo nada. Sé que después de ese "Preciosa" él viene corriendo a dónde yo esté y me besa; sin embargo, sólo funciona si yo pretendo que no quiero que me bese.
No tengo idea de por qué, pero termino siguiendo los jueguitos.
Así que ni siquiera volteó a verle y sigo enfurruñada.

—Nena...
Ni lo veo
—¿Ya me vas a decir que pasa?
—No
—Nena... no tengo tiempo para jugar ahora.
Puchero como niña de 6 años
—¿Me vas a decir qué tienes?
—No.
—Ok. Entonces déjame trabajar tranquilo
—Pero...
—Pero nada. Tengo algo importante qué hacer.
—Pero amor yo...
—Tengo que terminar esto.
—Sí, pero yo... Estoy balbuceando y queriendo llorar.
— ¿Quieres que te compre algo en nuestro aniversario o no? -ahora suena enojado.
No digo nada. No lo miro.
Odio como se ve cuando se "enoja"
Hace que mis bragas se mojen instantáneamente.

— ¿Quieres que tenga dinero para ir por ti a la prepa o no?
Repentinamente me he quedado muda.
Estoy asustada porque él está enojado de verdad...
Lo veo acercarse, sólo puedo mirar el suelo, mis dibujos, los colores.
—Si quieres te abrazo y te beso.
Ambos sabemos perfectamente bien
que eso me va a llevar a follarte como la putita que eres.
Si quieres no termino esto y no lo entrego mañana.
Si lo hago no tendría dinero para cumplir tus caprichos,
¿Eso es lo que quieres?

Estoy molesta ahora.
¿Mis caprichos? Una mierda.
Yo no estoy con él por su dinero.
Comienzo a morder mis labios para no decir nada que no deba.

Él se da cuenta de que me estoy haciendo daño y toma mi cara por la barbilla y para obligarme a mirarlo.
—Dime, ¿eso es lo que quieres? -insiste.
Sigo mordiendo mis labios.
—¿Eso quieres? Contesta.
Su mano pasa de mi barbilla a mi cuello y aprieta un poco.
—No -apenas puedo decirlo.
—¿Entonces qué quieres? -suelta mi cuello.
No puedo aguantar más

—¡No quiero nada de ti! Vete a la mierda...
Intento pararme y me retiene tomándome de la muñeca con fuerza
—No me hables así.
— ¡Te odio tanto! ¡Eres un imbécil!
¡Te odiooooo! ¡Te odio! ¡AHHH! ¡Imbécil!

*Forcejeo*

—Suficiente. Vete a dormir.
—¡No quiero!
—No fue una pregunta.
—No quiero irme a dormir -digo y bajo la vista.
—Vete a dormir. Es una orden.

Mi dibujo choca contra mis ojos otra vez: él regalándome un oso de peluche gigante por nuestro aniversario. Soy tan cursi... maldición.
—Vete a dormir. Estás de mal humor porque tu hora de dormir era hace tres horas.

Me levanto del suelo, mis ojos se empiezan a llenar de lágrimas, pero me aguanto.
Me voy a la cama.
Me hago bolita y lloro en silencio hasta que, sin darme cuenta, me quedo dormida.

Un par de horas después, Omar entra a la habitación.
Lo escucho desvestirse.
Viene a acostarse silenciosamente a mi lado en la cama.
Cree que estoy profundamente dormida, así que me besa frente con suavidad y me dice en voz muy bajita
—Te amo, nena. Lo siento.
Abro los ojos y digo
—Amor...
—¿Te desperté? ¿Qué pasa, princesa?
—Extraño mi a mi mamá...
—Lo sé. Sólo me dices que me odias cuando la extrañas.
—Perdón... Sólo quería un abrazo...
—Ya te estoy abrazando, preciosa.
—Sí, pero...
—Shhh.... No más groserías. Estoy agotado.
—Umh... ¿Si terminaste?
—Sí, nena. También vi tu dibujo, te quedó muy bonito.
¿Eso quieres de regalo en nuestro aniversario?
—Tal vez... Si no puedes, lo entenderé... Pero si me gustaría mucho.
—Lo tendré en mente.
—De todas maneras yo tampoco tengo dinero y no sé qué regalarte. Así que no tienes que regalarme nada si no puedes... Yo...
—Shhhh... No pienses en eso ahora. Ya cierra los ojos.
Lo hago y él me besa los párpados.
—Perdón... Sabes que me acelero y...
—Descansa, preciosa. -Dice y me envuelve en sus brazos.
—Sí... Tengo mucho sueño.
Cierro los ojos, él me besa la frente.
Intento que sus latidos me arrullen.

Un rato pasa.

—Omar...
—¿Qué pasa, nena?
—No puedo dormir...
—¿Por qué? ¿No tenías mucho sueño?
—No sé... No puedo dormir
— ¿Quieres que te ayude?
—Sí...
—¿Y tus modales?
—Por favor, ayúdame. No puedo dormir.
—Muy bien. Tengo algo especial para princesas que no pueden dormir.

Se incorpora, prende la lámpara de noche y se hinca sobre mí.
Sonríe y aparece en su rostro esa expresión:
Comienza el juego.
Ahora él va a tratarme mal y yo lo voy a disfrutar mucho.
Al principio me asustaba mucho y me confundía.
A veces aún no lo entiendo, muchas veces me asusta tanto que me paralizo... pero me ha enseñado a obedecer y me da premios cuando hago bien las cosas.


—Es un remedio mágico que sólo producimos los novios.
Es buenísimo para dormir princesas-perritas como tú.
Comienza a sacar su miembro del boxer.
Yo empiezo a salivar. No puedo dejar de mirarlo a los ojos...
Me fascina cuando jugamos así.
—Sólo hay una manera de obtenerlo.
Tienes que esforzarte mucho, mucho.
No se vale usar las manos, entendido?
—Sí
Bofetada.
—¿Sí qué?
—Sí, amo.
—Muy bien, qué niña tan linda y educada.
Tal vez te deje tocar tus partes de princesa si te sigues portando así de bien.
—Me voy a portar bien.
—Bien putita, así me gusta.
Acaricia mi cara.
Esa combinación del dolor de la bofetada y sus dedos tocando suavemente la zona afectada me eriza la piel.
—Como te decía, es difícil obtener la poción mágica de los novios, pero si te esfuerzas y lo logras, vas a dormir muy bien y soñar cosas hermosas como gatitos y hot cakes y pikachus y todo lo que más te gusta.

Acaricia mis labios con su glande.
—¿Te vas a esforzar, nena? ¿Crees poder meter todo esto en tu boquita?
Pone su miembro sobre mi rostro, me llega de la barbilla a la frente, sus bolas descansan cerca de mis labios, las beso.
—Sí amo.
Y ya no puedo decir nada porque un segundo después tengo la boca llena.

¿Por qué hace un segundo me llamaba princesa y ahora me dice estas frases de película porno mientras me corta la respiración poniendo su escroto sobre mi nariz?
—Perrita, lame mis bolas.
Lo hago.
—Ponlas en tu boquita.
Acerco mi mano para poder introducir sus bolas en mi boca y él abofetea mi cara.
—Sin hacer trampa, perrita -dice y me hace atragantarme con su pene.

Realmente le molesta que no cabe por completo en mi boca.
Me abofetea una vez más con la mano y un par de veces con su miembro. Mis bragas están empapadas.
Quisiera tocarme, pero no me ha dado permiso.

—Para eso eres mi perrita. Ahora lame mi culo.
Lo hago y le escucho gemir.
También estoy muy excitada y quisiera pedirle permiso para tocarme, pero en ese momento él dice "Perrita, tu premio" antes de embutir su miembro en mi boca hasta que se corre en el fondo de mi garganta. Sin tener otra opción, me trago todo

Se recuesta a mi lado y me dice con mucho cariño:
—¿Te gustó tu lechita, preciosa? -luego me toma en sus brazos y empieza a acariciar mi cabello.
—Sí, amor. Gracias.
—Duérmete ya. -Dice y empieza a mecerme un poco.
Se queda dormido antes que yo, pero no deja de abrazarme.
Me quedo dormida sin notarlo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ojo de tarde de verano


Hace un par de días, en el camión que me llevaba a la prepa,
 vi el ojo más dulce que haya visto jamás. Y no, no era un tuerto ni un emo.

¿Cómo? ¿Dónde? Pues si me tienen un poco de paciencia se los contaré en unos párrafos más.


Bien, pues como sabe todo el mundo, hay una hora de día en que los microbuses se llenan hasta decir basta, la gente empuja, te pisan los pies, los codos de otros se te encajan en los costados, el ruido infernal que lleva el chofer se junta con los gritos terribles de los tripulantes, puedes oler el aliento del de junto y otras cosas más que no quiero describir porque no quiero que se lleven una mala idea de la ciudad de México. En fin, era tarde y por lo mismo monté el micro que me lleva a la prepa en un santiamén, no podía irme caminando, no esta vez. Ya arriba, y al notar que iba llenísimo opte por recorrerme hacia atrás, no quería yo que nadie me estuviese friccionando el trasero “accidentalmente” y que luego se disculparan con una de esas sonrisas que solo tienen los habitantes de estaciudad: de pedir perdón enseñando las quijadas dispuestas a morder en cualquier momento; y pues me recorrí tanto como pude. Termine en medio de una señora bajita (tenía 3 lunares) de esas que se cortan el cabello como si fueran hombres y se lo tiñen como si fueran trabajadoras de Tlalpan, y un tipo de traje, de esos que los trajes los hacen verse ridículos,(que tenía tan solo en la cara 7 lunares) que apestaba a colonia barata y llevaba unos audífonos color mírame-a-huevo y marca comprados-en-Tepito. Y sé cuántos lunares tenían porque tengo una manía muy curiosa: ando contando lunares por todos lados, o al menos los visibles, y es bien raro, pero la gente en está cuidad tiene lunares hasta para aventar pa’rriba, y yo solo tengo 3 en todo el cuerpo, y para contármelos no tienes siquiera que desnudarme.

En fin, para entretenerme en algo seguí mirando a los tripulantes de la nave mexicana, y me preguntaba a mí misma: ¿Cómo pueden ser tan feos?Y ya no me sorprendió que los estudiantes (que van a la prepa igual que yo) fueran sentados y las ancianas, las pobres ancianitas, fueran de pie. ¡Sí! de pie las señoras, las pobrecitas señoras que van a la clínica 32 que se encuentra un poco antes de la prepa. Es sumamente normal, en esta ciudad, llegas a aceptar como algo cotidiano esta falta  ya no de amabilidad, sino humanidad para con las pobres viejitas.
Quizá por lo mismo nunca tomo el ruta 13, porque me dan lástima esas viejecitas, y no quiero des-humanizarme, pero en este día yo llevaba prisa y tome el pesero y aquí me tienen.

El sol me daba en la cara, y aburrida de mirar por la ventanilla como si viera algo, dirigí mí mirada a la puerta trasera del microbús con la intención de contar lunares en los antebrazos y en eso, tan repentinamente, tan mágicamente, mis ojos se fijaron en uno de esos pasajeros que no vuelves a ver en toda tu vida.Era un pasajero parado junto a la puerta, no muy alto (y yo sufro mucho cuando veo a un tipo guapo y enano) con una piel apenas mancillada por el sol, es decir era blanquito el wey. Y sobre todo me encanto su cabello largo y castaño que brillaba con reflejos dorados gracias a la luz que provenía a raudales de la ventanilla, me fascino su perfil tan fantásticamente griego y tan poco azteca y me extasío esa parábolarasgada que perfilaba su manzana de adán, y ya me imaginaba mordiéndolacuando el susodicho sintió mi mirada sobre sí  y giro la cabeza hacia donde yo estaba, y esa misma luz que hacia brillar sus cabellos hizo brillar su ojo como si se tratase de una fuente de miel.


 Y digo ojo porque solo alcancé a ver uno de esos maravillosos ojos, el otro me lo tapo la cabeza de algún otro pasajero enano al cual odiare por el resto de mi vida. ¡¡¡Muere hijo de Cuitláhuac!!!
Al mismo tiempo que bueno que solo vi uno, porque muy raras veces veo algo hermoso en esta ciudad y es tanta esa repentina belleza que yo no sé dónde fijar la vista para sacar la foto mental. Pero eso, como sabrán, es defecto de mí mirada que perdí un día y jamás volví a encontrar. No sé bien si la perdíen sus ojos negros, o entre sus piernas, o aquella vez que lo vi por vez primera completamente desnudo. O quizá aquella vez en la oscuridad que yo…
Pero en que iba… Ah! Sí, yo me quede impactada con la visión de ese ojo, ese maravilloso ojo color miel, que era como una tarde de verano, de esas en que todo brilla con un resplandor dorado especial. Supongo que tenía la boca abierta como si contemplara una obra de arte en medio de un tiradero, y lo supongo bien, porque le vi esbozar una sonrisa con esos labios ni tan finos ni tan gruesos y en ese instante ese preciso y precioso instante en que seguro la luz del sol hacia lucir mis pestañas azules y mí cabello rojizo aparté la mirada un tanto avergonzada.
Seguí viendo la ventanilla como si tal cosa, pero, en realidad, lo único que quería mirar era de nuevo ese ojo, y de ser posible ambos ojos, mirarlos brillar con la misma intensidad, aunque no pueda decidir cuál es más hermoso para clavar en el los míos.

Mirando por la ventanilla noté que estábamos ya a menos de una cuadra de la prepa, mire hacia la puerta una vez más y note, atónita, que el pasajero de ojos de tarde de verano no se había bajado aun. Entonces, con el corazón latiéndome como perro furioso, y decidida a seguir un impulso estúpido que me ordenaba con voz de súplica “bésalo” me abrí paso entre los aztecas que nos separaban; y que ya no eran muchos pero hacían que avanzar dos pasos usara el esfuerzo necesario para avanzar veinte. O así lo sentí yo.Y cuando llegue a él yo… yo… juro que lo habría hecho de no ser porque en ese instante mismo llegamos a la parada y bajo como un relámpago sin siquiera esperar a que el micro se detuviera por completo. Salió despedido y casi lo arrolla un taxi. Yo baje después de unos cuantos y cuantas,  resuelta  por lo menos a seguirlo para averiguar si iba a la prepa o a cualquier otro lado. Imaginen cual fue mi sorpresa al verlo dirigirse a la prepa, y mayor mí sorpresa al verlo caminar como un loco maniático apresurado por el camellón que divide la calzada del hueso en dos sentidos. ¡Oh por dios mío! Exclame yo con tono teatral, y apretando el paso para darle alcance, cosa que por supuesto no sucedió ya que él iba como bólido por el camellón y yo como atontada por entre la multitud que camina lentísimo.

Lo inaudito aquí es que ni siquiera me di cuenta de la gente que me rodeaba, por primera vez en cinco años que llevo en esta ciudad no advertí a los monstros que me asediaban amenazantes.
Lo único que veía era su guitarra desdibujándose con prisa en el horizonte.

Llegue a la prepa en trance, casi jadeando y me encontré con mis compañeros con los que tengo un proyecto cinematográfico. Ellos estaban cerca  de la puerta de entrada, y con la esperanza debida les pregunte atropelladamente si no habían visto pasar a un muchacho con ojos de tarde de verano.

Al ver que no tenían ni puta idea de lo que hablaba se los describí brevemente: no muy alto, blanquito, delgado, pelo largo hasta por aquí —incluso señale hasta donde usando mí cara como muestra— y castaño claro, ojos miel, vestía una playera guinda, llevaba una guitarra.
Obvio que no vieron nada, aquí nadie es tan observador(a) como yo.
Se quedaron mudos y me preguntaron porque le buscaba, entonces, en lugar de decir que me encantaron sus ojos lo pensé un momento, y pensé en la descripción que recién había dado, entonces me di cuenta de que estaba describiendo a mí amado argentino: Leandro.
Y por supuesto que se los dije “es que se parece un infinito a Leandro” cosa que no les importo en lo más mínimo, pero a mí en lo personal, me hizo darme cuenta de porque caí tan fácilmente ante el embrujo de esos ojos de dulzura incomparable. De esos ojos de tarde de verano.

Así pues, pase el resto del día buscándolo ávidamente por la prepa, quería ver a mí avatar de Leandro en la prepa, aunque no fuera el mismo era él.
Y por un momento eso bastaba.
O eso pensé
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...